Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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miércoles, 22 de junio de 2011

Dos Lopes y dos Quevedos


Eso es lo que anuncio en esta entrada, de los dos libros nuevos de Lope uno de ellos es una extensa biografía: avisa su autor en las primeras páginas que se la limitado a conjuntar la multitud de datos dispersos que siguen estorbando el trazado limpio de su biografía, cuya última recopilación, en lo que se me alcanza, recogió Sliwa desde Estados Unidos, que hacía lo mismo con Góngora (editado en Córdoba) y con Quevedo (editado en Navarra), además de con Lope, desde luego. 
El otro libro tiene carácter de ensayo crítico sobre tema muy lopesco: la creación de una conciencia "nacional", a partir del análisis de varias comedias, según índice:


De los dos quevedos, merece la pena asomarse a la recopilación de los mejores trabajos de Antonio López Ruiz, que empezó investigando –con José Manuel Blecua– sobre Quevedo y los franceses y extendió sus pesquisas a otros muchos campos: Pellicer, Quevedo y Andalucía, las migajas sentenciosas, etc. Hubo hace más de diez años una primera recopilación, que supongo agotada, de esta batería de estudios imprescincibles, a los que acompaña –veo– la propia vieja tesis mentada.
El otro libro al que debo hacer mención es la nueva edición de Fernando Cabo Aseguinolaza de El Buscón. No voy a hacer ningún equilibro especial para decir lo que es justo: el editor –aunque no sea un quevedista a tiempo completo y se le escapen muchos detalles– es un fino investigador que hace las cosas bien, como demostró en una primera edición de la obrita picaresca ya hace tiempo, de la que la de la RAE es hijuela crecida y comprometida. Merece una reseña sesuda, que irá en otro lado. 
Lo de hacer justicia es porque la edición ha venido a formar parte del extraño negocio que la RAE se está montando a costa de los clásicos, que también merecerá párrafo aparte, porque, como era de esperar, la edición es una más en el mercado –y muchos juzgarán que no es la recomendable– y no creo que en el ánimo del editor haya estado la vanidad de pensar que así colocaba un mojón definitivo. Más bien y a juzgar por la cantidad de novedades que toma de aquí y de allá, parece que se trata de una apuesta más en la fijación e interpretación de un texto clásico. Y habrá que discutir esa apuesta, que tiene en algunos casos, muchos problemas.


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