Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 20 de octubre de 2017

La noche apenas descendida cuando....



la noche      apenas descendida     cuando

ya estás     al lado          cada vez    más lejos

no me preguntas nada      solo estás

las caricias no ofreces      ni los besos


pasos de luna    cada noche    traes

y ocupas      las estrellas de los sueños

casi es una costumbre     que así vengas

tenerte    al lado          para ser silencio


poco a poco    mis labios    te imaginan

cierro los ojos    cerca estás    te siento

bien sabes que     en tus manos      tantas veces

los caminos dejé      de los deseos


y que en mis ojos     cerrados      la noche

se llena con la ausencia        de tu cuerpo



miércoles, 18 de octubre de 2017

Asoma el otoño

 

todos los lunes voy por el Retiro
esta vez   el otoño se ha asomado
entre los árboles      la luz más débil
entre las hojas       verdes y dorados

la verdad es que     no me cansa verlo
lo que sigue       lo nuevo       lo cambiado
sentir       oler   mirar          luego los libros
desde dentro     pensar     lo que ha pasado

con la costumbre a cuestas     cada lunes
todo resulta nuevo    sin embargo
recorrer el camino   como siempre
borrajear estos versos         en un banco

más tarde    reposar     el día entero
a los versos volver         y aderezarlos

lunes, 16 de octubre de 2017

También se ha equivocado la Rosaleda del Retiro (en Madrid)

La extravagancia del tiempo –el cambio climático– ha enloquecido a las rosas, que han vuelto a florecer (¡mediados de octubre!) en la Rosaleda del Retiro. La desidia de gobernantes y, de su mano, de la gente, está provocando desastres e irregularidades, entre aquellas, los más de 200 incendios que están asolando a Galicia, seca y sin ninguna defensa.
Me quedo con las rosas, no es cosa de propagar los incendios a los pocos lugares que utilizamos para refugiarnos.



















Van perdiendo importancia poco a poco

Ivan Serpa (CNARS)
Wladystaw Strzemínnski, composición unista 14

van perdiendo importancia       poco a poco
las cosas que      hace poco     me importaban
las manchas de bandera    en la camisa
las flores      que se agostan en las plantas

un modo    displicente    de mirar
que contempla las cosas       como pasan
puigdemont       no interesa  demasiado
hasta galicia   se deshace      en llamas  

de los sueños    se me ha ido barbolilla
no espío a la vecina      en la ventana
recuerdo que antes      bach    los beatles    mozart
todo el día las músicas      sonaban

miro lejos     voy lejos      pienso lejos
nada tiene importancia     nada     nada  


Lozano, Wave series
CNARS
Helsinki, Museo de arte actual




                         

miércoles, 11 de octubre de 2017

Zuloaga

La fundación Mapfre acaba de inaugurar una exposición sobre la etapa parisina de Zuloaga (es decir entre 1889 y 1914). Recuerdo haber visto cuadros suyos un poco por todos lados: en el Museo de Salamanca, en San Sebastián, el Orsay, en muchas museos provinciales franceses o españoles.... y haberme encontrado siempre con su enorme cuadro en donde M. Barrés sabe dios qué le dice a Toledo, cuadro que por cierto se encuentra en esta exposición (precisamente del Orsay), en la que, además de una excelente muestra de lo que entonces pintó el eibarense, se conecta con el mundo cultural –deslumbrante–. Le acompañan en la muestra Paul Sérusier, M. Denis, Émile E. Bernard.... entre líneas andan Proust, Albéniz, Falla, Rodin –al que le unió profunda amistad–, etc. La cabeza de Mahler (que se expone) fue un regalo de Rodín, bueno, un intercambio.


Es curiosa esta muestra. La exposiciçon ha evitado, con ese apartamiento cronológico, hablar del otro Zuloaga, más silenciado, el que retrató a Franco y su familia, así como a personajes del régimen. Un Franco guapetón y triunfante, por cierto. Pero al mismo tiempo ha tenido que dejar fuera a la galería de personajes, a pesar de la celebridad de sus retratos a Unamuno, Valle Inclán, Ortega, Marañón y, sobre todo, los dos impresionantes de Falla, uno de los cuales hace bien poco se expuso en Madrid-Centro, por cierto, con otra serie de pinturas y dibujos castizos. 



Esa faceta sí que está presente en la exposición, representada por toreros, gentes de pueblo, escenas de labradores, mujeres de negro, abanico y peineta, enanos, perros y caballos.... en la mejor tradición de Goya, a veces de Velázquez o de Zurbarán, algunas de cuyas pinturas llegó a poseer, como otras del Greco.
Curioso caso, decía, de francófilo educado en el París de la Bohemia, en donde pinta a la condesa Mathieu de Noalles (1913, se conserva en el Municipal de Bilbao), mientras Stravinski rompe los esquemas musicales o Picasso los figurativos....., sin que parezca haberle inmutado demasiado (volverá a algún lugar más castizo y terminará por asentarse en Éíbar, en donde morirá, en 1945). ¿Qué habría pensado del Guernica?


Se trata de uno de estos españoles cruzados, con vetas de todos los colores, que tanto han abundado en nuestra historia. Enloquecido por su formación y trasiego, por su anhelo quizá de enraizar en lo que mejor entendía: dibujar y pintar.
La vida de Zuloaga –y su obra artística– merece un paseo y una larga reflexión.



[Algún detalle de la exposición, en cuyos textos explicativos sobran los muchos "temáticas" en función nominal; las flores de la condesa no son "de te", más sencillamente, son camelias;  el reflejo de las luces acribilla al paseante, que ha de ir buscando el ángulo desde donde se pueda ver mejor todo; faltan algunas postales, para los que no tenemos dineros, ya que el catálogo cuesta unos 42 euros); etc.]

lunes, 2 de octubre de 2017

Universo abierto / universo cerrado


Una de las últimas tardes del verano que, quizá, se está escapando. Como es domingo, el Retiro se ha llenado, de modo que es difícil encontrar un banco tranquilo en donde leer o estudiar algo de chino, repasar, para que no se me olvide lo poco que sé y se mantenga en vilo para cuando vuelva –dentro de un par de meses– a algún lugar del sur, que todavía no he determinado, y en donde pueda sentirme lejos lejos. El caso es que voy serpenteando de un lado hacia otro, hasta que –como casi siempre a esta hora– me llama la atención el incendio lejano del horizonte, el resplandor de la vega. Atraído por aquella luz, me dirijo hacia el oeste, esperando poder ver el cielo velazqueño. Se abre una plaza con olivos centenarios, un coro de ¿cerezos silvestres? (ahora solo tienen los frutillos rojos) y un enorme pino, de los mayores del Retiro, que cobija una fuente. Y me he acordado de esa fuente (data de hacia 1960), que tiene ya más de medio siglo de antigüedad y recoge con sencillez el recuerdo de que en esta plaza, sobre todo los domingos por la mañana, se reunían los catalanes que viven o pasan por Madrid para bailar la sardana, mirarse y sentirse. Ahora no lo podrán hacer: vendrán con banderas a sabe dios qué. Si pudiera, prohibiría las banderas, todas, cuando como en el viejo romancero se convierten en astas. He visto muchas veces, con envidia, ese baile tan sencillo y hermoso al mismo tiempo. De vuelta a casa, rebuscaba entre mi música, una vez más, el piano de Mompou, que con tanta frecuencia recuerda los ritmos infantiles de Cataluña (sus "escenas infantiles" son de 1915-1918; las más evocadoras se titulan "Gritos en la calle", "juegos", etc. ) Mompou también musicó escenas andaluzas (en Suburbios) y evocó en "Paisajes" los "Carros de Galicia" (1960).... Universo abierto frente a universo cerrado.

Me cuesta mucho ahora perderme por los barrios de Barcelona, se ha vuelto demasiado cara para mi bolsillo, pero no me resulta difícil imaginarme la calle Verdi a una hora semejante, o el mercado de San Antón cuando se trajina, o el ruido de los tranvías que me llevan por la Diagonal, o la sabrosa elección  de una de sus playas para ir al mar....  O pasarme el día en el Archivo de la Corona de Aragón (el moderno, no el viejo, claro) en la Biblioteca de Cataluña, en alguna otra biblioteca más o menos desconocida, entre papelotes, leyendo, por ejemplo el extraño manuscrito de época que conserva de Pedro de Ribadenyra (1590) o su colección de autógrafos. Hace un par de años, por la grata acogida de Manel Ollé, independentista acérrimo e investigador sobre la historia común de China y España, al que admiro, me hicieron huequecillo en la universidad Pompeu Fabra y desde entonces fiel soy a aquella universidad, aquella ciudad y aquellas gentes. En aquellos lugares encontró María (Hernández) un par de cartas autógrafas e inéditas de Quevedo, cuyas opiniones sobre Cataluña se airean ahora tanto: son de hace 500 años, de persona acorralada por la historia y por su propia ideología, y se refieren, normalmente, al convulso periodo en torno a 1640. Es anecdótico y gratuito esgrimirlas ahora; como cuando ese tal Rufián, encumbrado a vocero de yo no sé qué, disparata continuamente, por ejemplo usando la porra de "fascista" a troche y moche contra los cuarenta millones de habitantes de la Península. 
Malos tiempos; pero yo no pienso dejar de decir lo que pienso, intentando equilibrar el juicio y enmendarlo, si hiciera falta y hubiera argumentos.
Al fin me he asomado al borde del lago grande. El monumento anda en obras, al parecer se va a abrir el mirador de arriba, y será un triunfo más de este nuevo ayuntamiento de Madrid, el de Carmena, que tan acertado me parece. Lo que veo ahora son las mansas y oscurecidas aguas del lago, alguna barca de retirada ya, mucha gente haciéndose fotos, bastantes músicos callejeros; han elegido –es lo que suena más fuerte–, "El Concierto de Aranjuez", de mi viejo profesor, en la Complutense, Joaquín Rodrigo. Tuvo la mala pata de subtitularlo algo del "imperio", pues se compuso en los primeros años de la dictadura franquista. La guitarra suena mal, debe de ser una grabación. Pero la tarde se ha encendido y el sol juega con el dorado de los castaños, que envejecen, como todo, con tiempos distintos.
Vuelta a casa.