Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 2 de junio de 2017

Ir de revistas y la Biblioteca Nacional de España



Ir de revistas era algo que hace veinte o treinta años todavía se hacía para mantenerse al día en alguna disciplina o campo de investigación. Feliz quien pueda seguir haciéndolo. Los tiempos vuelan y los procesos de acceso al conocimiento aun más, de manera que internet, tabletas, ordenadores, etc. han trastocado el hábito de hojear revistas; pero no solo ha cambiado el hábito por esa moda visual, también porque en las universidades –y ahora me refiero a las españolas y alguna más de ámbito supranacional– y en los centros de documentación y bibliotecas se ha aprovechado la coyuntura para restringir el acceso a esas fuentes de conocimiento, normalmente muy actuales, en muchos casos –como la Biblioteca Nacional de España– para desvirtuar alguna de sus funciones esenciales y organizar, con la calderilla, bailes de salón, saraos y zarandajas de todo tipo. Es notable cómo se ha suprimido, a la chita callando, la suscripción a un montón de revistas prestigiosas, al menos en la especialidad o el campo de las humanidades, supongo que  habrá ocurrido asimismo en otros campos. 

El incremento de guardias jurados –con su porra y pistola–y la reducción de revistas especializadas son dos de los grandes logros de la nueva era de la BNE, que tiene su contrarréplica en la reducción de bibliotecarios profesionales –antaño uno de los cuerpos de funcionarios más prestigiosos que existía– y en la desertización de las salas de investigación, evidente para quien frecuente la sala Cervantes, la sección de Bibliografía (trasladada y reducida a escombros) o la Hemeroteca, en la que se ha producido esa drástica reducción de fondos. Recuerdo, no sin cierta envidia, el exceso de lectores en la British nueva, en la BNP (Tolbiac), en la Public Library de Nueva York.....  Es cierto que hay casos en los que también observé idéntica desertización (como en la BP de Boston), pero encontraba siempre una razón más o menos lógica (las grandes bibliotecas en la misma ciudad, la Widener, por ejemplo).

¿Habrá en Madrid bibliotecas que puedan suplir la decadencia de la BNE? Antaño funcionaba una general, la del CSIC, y otras parciales, como la de la Casa de Velázquez o la de la UCM (en Valdecillas, la histórica). La de la UAM de Madrid –lugar podrido en donde nada que pueda llamarse "investigación en humanidades" ocurre– no merece la pena que se le llame biblioteca. http://elantipatico.blogspot.com.es/2010/12/la-decadencia-de-la-universidad-por.html
Hay otros centros y bibliotecas, recogidos por cierto en mi directorio de centros de documentación de Madrid 

http://hanganadolosmalos.blogspot.com.es/2013/10/hacia-el-mapa-de-la-investigacion.html
http://hanganadolosmalos.blogspot.com.es/2013/11/biblioteca-de-la-fundacion.html

El caso es que hoy he vuelto a "ir de revistas" y lo he hecho, como tabla de salvación, a la biblioteca general del CSIC, que es de uso restringido a investigadores, pero en la que no he tenido problema para entrar con un pase de 24 horas. 
Se ha complicado mi afán lector cuando he visto que un tanto por ciento considerable no se podían consultar directamente, sino solo electrónicamente, porque o se reciben solo así, o también así. Y aun todo se ha puesto en contra cuando me han dicho que solo puedo consultar electrónicamente esos fondos en los ordenadores que allí tienen dispuestos, no desde el mío. 

Ahorraré el resto de explicaciones al lector que haya seguido por ese calvario para mantener o incrementar su conocimiento, pues es un camino tortuoso, del que uno extrae conclusiones poco piadosas, por ejemplo, para mi vieja universidad (la UAM y su defensor universitario), que me niega acceso y credencial que me permita trabajar; para los centros de documentación, como el del CSIC en este caso, que restringen su uso –al parecer hay una razón mercantil– a quien no trabaje allí; a los grandes centros documentales (como la BNE) que van pasando de ser bibliotecas especializadas a desigual lugar de fiestas; etc.

Todo ello tiene su repercusión, bien lo sé, en un proceso cultural o lo que sea muy complejo, que determina cosas tan dispares como el triunfo del microrrelato; el degradado programa histórico de Telemadrid al filo de las 20 o así; en el que se carameliza grotescamente la cultura; en Eurovisión; en la reaparición de la voz como canal literario; en la aparición de un monigote bien trajeado que miente urbi et orbe y que se llama Fiscal General; en el IVA de los actos culturales, los libros, la música, etc.; en la sistemática degradación de todo lo que signifique cultura, es decir, la sistemática degradación de la condición humana, reducida a incrementar sus instintos menos comprometidos (comida, juegos, etc.) y a evitar su enriquecimiento por la educación.
Y no toda la sarta anterior es negativa, creo; como no lo es el acceso a idiomas de caligrafía alejada de la nuestra (japonés, chino, variedades del árabe, etc.) Es otro tema.











Vuelvo. He podido ver rápidamente una serie de revistas todavía vivas en la Hemeroteca del CSIC, particularmente aquellas a las que no puedo tener acceso de otra manera; pero me será muy difícil seguir haciéndolo con las revistas orientales, sobre manuscritos, incluso con las de teoría literaria..... algunas de las cuales adornan esta entrada, que voy a llevar también a facebook, para llorar con lo que se debe llorar.




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