Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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miércoles, 13 de enero de 2016

Esculturas urbanas en China

Por supuesto que existen los cenáculos, museos, actividades, etc. que en China transmiten, ensayan y producen arte moderno en sus muchas variedades, de la misma manera que se mantiene viva una tradición que suele conceder amplio espacio a la pintura, la decoración y otras artes (cerámica, arquitectura, etc.); pero lo habitual en el panorama urbano, al menos el que yo conozco (unas veinte ciudades medias) es que las plazas, calles y rincones se adornen con esculturas de bronce o de otra aleación, supongo que casi siempre de bronce. 
Esa tradición es muy fuerte en algunas ciudades, como Hangzhou, en donde existe un afamado taller (se dio noticia de él en este blog), y las esculturas ocupan una calle entera, con los oficios (médico, jurista, talleres, peluquería, ama de casa....) Son las fotos del final de esta entrada. Es frecuente que ese modo de esculpir se vaya a grupos y alcance la monumentalidad, como en el mismo Hangzhou, o como aquí en Gulangyu, en donde se premió, en 1988, un grupo escultórico sobre la historia militar lejana, un gigantesco altorrelieve que ocupa uno de los parques más hermosos de la ciudad, y que casi asusta al visitante, pues el caudillo puede bonitamente alcanzar los tres o cuatro metros de estatura, sobre un caballo, y rodeado de otros generales. Estoy refiriéndome al parque de la luna clara 皓月园, y al monumento que conmemora al héroe nacional Zheng Chenggong; en realidad todo el parque, muy bello, está organizado como un recordatorio de esculturas, que preside una gigantesca estatura de piedra del general, una especie de faro que identifica a la isla desde la lejanía.


Sin embargo, al lado de estos lienzos monumentales, uno se encuentra a cada paso con otros más familiares y sencillos, francamente dignos de admirar, y así lo hacen los viandantes, los paseantes, que se detienen y juega o se fotografían con ellos. En Gulangyu, uno de los que reproduzco es sumamente curioso y moderno, pues representa a un grupo de niños jugando al fútbol, deporte tan de moda que forma parte del curriculum escolar, quizá, como me explican, por afición confesada del mandatario chino. Por cierto uno de los chavales es una niña.


Otros salpican las calles y jardines de la ciudad; de los mas doy alguna muestra, pues no recuerdo ciudad en donde no los haya visto: Kunming, Dali, Qingdao.... Muchas veces en sitios emblemáticos / lugares turísticos), pero otras en rincones de los barrios, en calles de los arrabales, sorprendiendo al pasante en cualquier lugar; así fueron los de Kunmming, por ejemplo). Compruebo que se repite un enorme y furibundo toro, como tres veces sobredimensionado, que no he podido todavía preguntar y saber si es por alguna razón. También lo vi ayer –y es el que reproduzco– en Xiamen.


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El realismo franco, sencillo y bien hecho parece que nunca ha desaparecido de este país, de estas gentes. Nótese lo que hay detrás de esa frase: se puede –y se debe, quizá– cultivar el gusto de la gente recreando con excelencia en campos como este (el respeto al oficio, por ejemplo, en la calle de Hangzhou; es un tema muy frecuente, con claras raíces históricas), sin obligarle en cada caso a la pirueta ideológica, que probablemente ha de enraizarse de otra manera. 
Nosotros creo que perdimos esa capacidad y naturalidad, a pesar de Velázquez y Antonio López.


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