Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

lunes, 1 de junio de 2015

Los manuscritos sobre China en la BNE

He terminado la recensión de los manuscritos sobre China en la Biblioteca Nacional de España, que publicaré en breve, en dos tandas, la primera abarca los mss. 1 a 3000, y lo que ofrezco aquí, como delantal, es su prologuillo. Quizá me sirva como modo de presentación cuando, al viajar a China, me limitan el número de días después del etiquetado "turista". Hay pocas opciones de hacer valer que a uno le interesa China y su cultura más allá del anecdotario turístico,  yo al menos no las he encontrado.

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            NOTICIAS SOBRE CHINA EN LOS MANUSCRITOS DE LA BNE (I)

“uno de los países más deleitoso del orbe” (en el Atlas abreviado... de Francisco AfferdenI....; Amberes, Viuda de Henrico Verdusse, 1725. BNE, R 36297).


La recensión de papeles sobre China en la colección de manuscritos de la Biblioteca Nacional se hace siguiendo el orden numérico, que lo es también del inventario, y el modo de descripción sucinta que permita abordar el manuscrito con los datos mínimos. Cuando se trata de códices facticios, la breve alusión general al volumen sigue con las entradas de los items referidos a nuestro tema, pero no se realiza la descripción total del contenido del manuscrito, que muchas veces se puede encontrar en los volúmenes del Inventario. Algunas veces asoma alguna aparente imprecisión, referida al área geográfica –actualmente al sistema de países– que no coincidía entonces con lo que ahora es, de manera que “el mar de China” puede contener información fácilmente de las actuales Camboya, Japón, Filipinas, etc. además de China, claro. He preferido en estos casos incluir el manuscrito, con descripciones menos detalladas, aunque a la larga habrá que prescindir de campos enormes, como el de Filipinas. Ocurre lo mismo con las rutas y las evangelizaciones: el visitador jesuita de la época de Felipe II –el dinámico y poderoso Alejandro Valignano– lo era a un tiempo de China y Japón. Esa extensión conceptual y geográfica hay veces que abarca nada menos que a “oriental”, aunque en la época se solía señalar indias orientales y occidentales.

Finalmente, algunos textos están en portugués, pues a partir de 1580 (y hasta 1645) Portugal se incorpora a la Monarquía Hispánica. Otros muchos textos están todavía en latín, por razones ecuménicas derivadas de la evangelización; y, aun hemos de avisar de la excepcionalidad de los preciosos textos en francés, que contienen el original de viajes y descubrimientos que datan de los primeros borbones españoles, es decir, a partir de 1700. O en otras palabras: la BNE guarda materiales sobre China en otras lenguas (italiano, francés, portugués, chino....)
El único criterio unificador, como bien se ve, es su cualidad de manuscrito de la Biblioteca Nacional de España con referencia a China.
No se han recogido las referencias, huelga decirlo, a libros generales de geografía o historia, y conviene subrayarlo, ya que la Cronología y la Geografía fueron dos muy importantes disciplinas cuyo auge en el siglo XVI produjo gran cantidad de trabajos; me refiero a textos –por citar los de esta serie– como los del Ms. 625 Sumarios de la Historia del Mundo  de Lope García de Salazar, de finales del s. XV; o la Historia del Mundo de Sancho Busto de Villegas (ms. 636), de la segunda mitad del s. XVI); o la Chronología universal  de Jerónimo de Martel (ms. 639) de 1598,  ni las escritas en latín u otras lenguas.

El universo de las Indias orientales tenía como uno de los puntos de referencia “La China”, como se decía entonces, en “los acabos del mundo”, como señalaba Bernardo de Valbuena, lo que no se había visto nunca y no se sabía la profundidad geográfica real que podría tener. Esa sensación de vértigo geográfico es la que uno más admira cuando lee los viejos textos, porque era el resorte que impulsaba a evangelizadores, descubridores y aventureros; y en la frase anterior se ensartan los tres motivos –no siempre bien diferenciados– que llevaban a esas arriesgadas navegaciones hacia donde el mundo no parecía terminar. Es fácil descubrir el impulso evangelizador detrás de la formidable organización, por ejemplo, de los jesuitas; la idea de conquista, con rumor político y patriótico, alienta en otros muchos textos, como la pátina noble de una recién estrenada conciencia nacional –la Monarquía Hispánica–, que de ese modo se reafirmaba. 

Con aventureros he querido señalar el impulso de los que buscaban riqueza y poder, los que huían de sí mismo o de sus circunstancias. Bien sé que todas esas cosas podrían conjugarse en cada uno de los descubridores, desde luego, y que solo al leer despacio lo que nos quisieron transmitir o lo que hicieron podremos intentar comprender lo que les llevó a La China, entonces a “La China”. Las noticias sobre ese inmenso territorio en la edad Moderna se van acrecentando según avanza el siglo XVI, como observará quien consulte esta sarta de manuscritos, y alcanzan un primer momento de intensidad y frecuencia durante el final del largo reinado de Felipe II, quien gustaba –en uno de los primeros manuscritos reseñados– que le leyeran cosas de aquel lejano país mientras convalecía. Es curioso: también gustaba que le cantaran romances mientras comía. Las noticias podían ser tan superficiales como las que enhebraba en uno de los manuscritos listados abajo su cronista mayor López de Velasco (sí, el expurgador del Lazarillo), que nunca estuvo allí y que, por tanto, contaba lo que le contaban, desde atalaya privilegiada y rodeado de documentación de primera mano. Recuérdese el caso de Mártir de Anglería para Hispanoamérica, que escribía y difundía del mismo modo. Del otro lado, otros no solo dieron noticia de descubrimientos, fronteras y navegaciones, llegaron al detalle de contarnos cómo vivían o de transcribir sus caracteres o de dibujar su vestimenta y sus casas. Es un universo apasionante y difuso, del que extraigo ahora un noticiero menudo, pues la mayoría de los textos andan escondidos en mamotretos facticios o relatos menores, que quisiera poner a disposición de los historiadores e investigadores, quienes de seguro pueden conocer lo que se documenta aquí por otras fuentes. Así la primera condena del Vaticano a la doctrina de Confucio, al final de siglo XVII, para que esos “pobres chinos” no vivan tan alejados de la verdad; lo que allí pasó se encontrará en los archivos del Vaticano, que ahora ya se pueden visitar; pero también hay una alusión a la discusión sobre Confucio de los jesuitas con los franceses en fecha cercana y en el precioso relato original de Chancles, que se guarda entre los primeros tres mil manuscritos de la BNE. Aspectos relacionados con la “querelle des rites”, que ya mereció un primer decreto papal en 1645. En fin, la BNE guarda una copia (¡yo creo que si no es el original, es copia del original!) de la primera expedición a China (circa 1575), de la que se ha venido diciendo que solo se conservaba en la BN de Paris. Todo esto queda como investigación futura que alguien tendrá que hacer. En este momento he de agradecer a mi buen amigo y colega Javier Yagüe advertencias y correcciones a la lectura de este cataloguillo.

Porque no se trata, por tanto, de una historia –ni lo intenta–, sino de una recopilación de documentación manuscrita, con alguna ilustración (suelo dar detalles tan solo), para no entrar en el otro aspecto riquísimo de estas aventuras: el de la cartografía, que tiene su propia historia, pero que asoma una y otra vez en la mano del que escribe sus viajes y experiencias. Para asomarme, solo asomarme, a la cartografía, he recopilado algunas cosas de la sala Goya de la propia BNE.
No voy a recoger nuevamente lo ya hecho por Eduardo Sou-Er Mo (en ), que se abre nada menos que con dos ediciones del diccionario del Kang-Si (1716, de 32 y 33 vols. respectivamente; R. 33431-34, y R. 33419-23) además de las ediciones del s. XIX y de los cinco libros clásicos (de 1724, es 2ª ed.; R. 33377) con la explicación de Kou Yueh (en 1854, R. 33418), además de muchos textos del confucianismo. Solo se citan por Sou-Er Mo dos ms., el 6040, Espejo rico del claro corazón, compilado por Lip-pun Luan, con traducción castellana por por Fray Juan Cobo (en Manila, antes de 1595), según la tradición crítica el libro más antiguo traducido del chino en lengua europea, para que lo saboreara Felipe II, del que existe una ed. facsímil (Madrid, 1959), prácticamente inútil, pues ha reducido el tamaño del facsímil a la mitad. En fin, a mí los que más me gustan son el que contiene Retratos de cien bellezas por Yuan Chien-Tsai (circa 1905), sobre todo sus volúmenes segundo y tercero (R. 33380). Y la geografía de China, de Pei Sen Lu (ed. 1686, de 12 vols. con mapas, G.M. 391-2). Todo ello está catalogado en el hermoso Manual de Bibliografía china que, dirigido por T. Fisac, se cita más abajo.
Desde finales del siglo XVI el tema ha crecido para configurar el relato extenso, que se imprime, es decir, que tiene valor para los lectores y como propaganda. Ya en 1577 aparece (en Sevilla) el Discurso de la navegación que los portugueses hacen a los reinos y provincias de Oriente, y de la noticia que se tiene de las grandezas del Reino de la China, de Bernardino de Escalante. La del padre Adriano de las Cortes (1525-1626), manuscrito de la British Library, ed. se editó en 1991, Madrid: Alianza Tres).

Poco después, de 1586 es el relato de Juan González de Mendoza, Historia de las cosas más notables del gran Reyno de la China...., del que hay reflejos críticos en los manuscritos de la BNE (en el ms. 18190); de 1615, la obra de Nicolás Trigauet, que se traduce en Sevilla (1621) como Istoria de la China. Por esos años son abundantes los relatos extensos, tanto manuscritos como impresos y las traducciones. Al contrario de lo que ocurre con las corrientes literarias, el tema crece y el interés documental también, hasta alcanzar un rigor y frecuencia notable, que será moneda corriente a lo largo del s. XVIII y, por supuesto, para acoger las aventuras –ya internacionales– de los románticos y de los modernos.


Las referencias a China en manuscritos resulta ser un campo abierto, con muchos frentes, que solo la investigación paciente podrá ir dando a conocer. Quizá pueda señalar en este momento proyecciones del campo en nuestra primera biblioteca y, a modo de ejemplo, en otra importante como es la del Palacio Real (Madrid).
He desechado muchas incursiones en campo fronterizo, que bien pudieran dar resultado, por ejemplo la de los libros de cuentas de los agustinos recoletos y particularmente de los llamados “filipinos” (sede de Valladolid), que se pueden empezar a consultar en la serie conservada en los ms. 12401-12928 (puede verse en el índice del Inventario). Son notables los muchos manuscritos que recogen de manera directa o indirecta la llegada y uso de esclavos chinos (los manuscritos, en realidad, dicen “asiáticos” y hablan de “colonos”) a Cuba, por ejemplo el 18857 engavilla las disposiciones sobre su uso, empezando por la de intentar evangelizarlos, en donde no faltan los “cuerazos”, “grilletes” y “cepos” (estamos en 1845).  Para ampliar el tema, véanse los mss. 13850-54-55-56-57, así como el 20250/84, y alrededores, los más referidos a mediados del s. XIX. También se encuentra el mismo tema en los ms. 20250, 20284/2, algunas veces específicamente referidos a Filipinas (como en el ms. 6225, de 1743). Ha de subrayarse que en épocas anteriores estaba prohibido la emigración contraria, la de pasar negros y mulatos a China, como se lee por ejemplo en el ms. 19692 /16 una de las... cartas de virreyes y particulares para la Historia de México, de hacia mediados del s. XVI; lo recuerda el gobernador de Filipinas. No es sino una consecuencia más de las cédulas reales que no permitían a los extranjeros pasar a Indias y comerciar en ellas (véanse las de 1608-1677, en ms. BNE 20067/12).
He ido descartando los muchos vocabularios, catecismos, etc. que tan importantes son filológicamente y que, por lo general, tenían función evangélica; así el ms. 9736 que es un vocabulario tagalo español con caracteres (del s. XIX); o el ms. 9743, un vocabulario visayo (Filipinas) del s. XVIII, el ms. 9874 contiene un Arte de la lengua visaya... s. xix; los dos vols. del ms. 9875-76 un vocabulario de la lengua ybanag, del s.. xix.... y otros muchos de ese carácter.
La moda de oriente –sobre todo de China, aunque también de Japón– se acrecienta, como es sabido, a lo largo del s. XVIII y tiene su propia literatura e historia, que produce la incursión en temas orientales y preludia un romanticismo de ambiente, con las secuelas decadentes del modernismo. En ese itinerario voy dejando curiosidades diversas, como el ms. 19628 (y en Ultramar) que contiene la importante historia de Bernardino de Ávila, Relación del reyno de Nippon... 1615, que esta siendo editada por mi buena amiga Noemí Martín Santo (póngase en relación con el ms. 19250) o, en el otro extremo, el autógrafo de Tomás de Iriarte de “El huérfano de la China” en ms. 14640 de la BPR. El caso del Japón es muy particular y habrá de tener su historiador, pues hay mucho material y la línea que separa a unos de otros vuelve a ser muy fina, hasta el punto de que no me ha quedado más remedio que incluir alguno de los más extensos, en donde se habla mucho de China, en tanto que dejaba otros fuera, como el ms. 20060/20, una biografía del del padre Isidoro Lucio, misionero en Tunkino (el ms. lleva fecha de copia de 1720).

La última apostilla nos sirve para pasar rápidamente a ese otro gran centro documental, en donde sin duda las alusiones y temas sinescos serán numerosos en el universo epistolar del conde de Gondomar. He hecho un rápido retrato del contenido para cumplimentar esta breve introducción en los términos explicados.
Por supuesto la biblioteca de impresos conserva varios ejemplares de la historia de Juan Hurtado de Mendoza (de 1585, 1586 y 1596); así como de la Historia de la conquista del reino de China por el Tártaro..., de Palafox, que se publicó en París, 1670, y al año siguiente apareció en el tomo 8º de sus obras. También se encuentra allí la obra (de 1638) de Thévenet: Relations de divers voayges curieux qui n’ont poin essté publiees; ou qui ont esté traduites  d’Hacluyt, de Purchas, et d’autres voyageurs anglais, hollandois, portugais, allemands, espagnols; et de quelques persans, arabes, et autres auteurs orientaux, enrichies de figures de pantes non décrites, d¡animaux inconnus à l’Eeurope, et de cartes geografiques de Païs dont on n’a point enconre donné de cartes. Par monsier Thevenot... a Paris, chez André Pralard (y otros), Rue Saint Jacques (1683-), 4v., que contiene una notable colección de mapas regionales y totales, en blanco y negro, así como –entre otras cosas– una relación de las Islas Filipinas por el Almirante Jerónimo de Buñuelos y Carrillo (II, 309 y ss.), con una memoria de Juan Grau y Montfalcon; y otra relación de un religioso (II, 325-329) a partir de una relación impresa en México (1638). La conquista de Mindanao lleva firma del jesuita F. Marcello Mastrillo (1637), cuya vida empezó a trazar Quevedo en su prisión de San Marcos poco despues. Su vol.  II, 357 contiene una Briefve relation de la Chine etv de la notable conversion des personnas royales de cet Estat... por Michel Boym (embajador, jesuita) de 1652. Seguido de Flora sinensis ou traité des fleurs, des fruits, des plants, et des abinaux particuliers Chine..., que contiene preciosos grabados (entre ellos de mangos, liches....) Habría que traducir al castellano los dos párrafos del vol. II (en realidad III, 34-51), Description Géographique de l’Empire de la Chine par le pere Martin Martinus, s.i.... El tratado geográfico es extenso y rico. El último tomo se abre con el Indio..., citado, de Palafox, traducido. Sigue el voyage a China de los padres Giovanni Grueber y D’Orville, de 1665, con un alfabeto y silabeo chino (23v, nuevo 202v); traducciones de sentencias de Confucio, para terminar con un importante y bellísimo relato de Perú y México de Thomas Garges (es la Historia de México “par figures”).
Los mapas de China que salen en el catálogo de mapas de PRM son más bien pocos. Sobre las antiguas danzas chinas va el 2010 de 1788. He consultado los mapas 175, 2010, 2830, 2834, sin grandes resultados. China se estaba haciendo.
Por otro lado, he husmeado en la sala Goya de la BNE, en busca de documentos artísticos, pero sobre todo geográficos, ya que los primeros nos llevaban lejos de nuestra intención primera. En realidad, en la sala Goya habrá que hacer la misma tarea que estoy haciendo en la sala Cervantes, con el aliciente –o el problema, según se mire– de que la cartografía desde finales del siglo XV y a lo largo de los dos siglos que siguen, es espléndida, y hay miles de mapas, lo que a su vez se prolonga con las vistas de las ciudades, los relatos de los expedicionarios, los dibujos de aquellos visitantes que no tenían máquinas de fotos.... al menos hasta llegar a La ilustración española, esa maravillosa publicación que tantos y tantos paisajes y recuerdos de China nos dejó. En fin, de ahí se pasa a otros campos: los trajes, las gentes, las costumbres, las artes decorativas.... todo un universo que, quizá, esté todavía por estudiar desde nuestra perspectiva madrileña, española. Pero españoles fueron los primeros que allí llegaron, los primeros que tradujeron alguno de sus clásicos, los primeros que se instalaron y escribieron en lenguas originales.

Tendrá varias entregas esta recensión.
Espero que mi contribución sea un minúsculo granito más para la historia de China desde Occidente, al fin y al cabo el viejo catálogo del Museo de Ultramar, cuyos fondos fueron a parar a la BNE, es de 1900.




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