Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

jueves, 26 de marzo de 2015

barrios, andurriales

De sobra sé que es un error viajar con programa y no salirse de él; quizá también lo sea viajar y no enterarse de dónde está uno. Entre las dos opciones, lo que el cuerpo y el apetito viajero en cada situación digan, alertas para no perder algo que pudiera ser sabroso. Ese parrafillo anterior es para justificar que me voy, que me voy y que se han quedado tumbas, lugares, jardines, paisajes, etc. por ver. Que otros las disfruten.
Hoy he consagrado el día a los arrabales, a los barrios, con ese procedimiento harto sencillo que consiste en echar a andar sin perder demasiado la orientación e ir eligiendo calles, luces, edificios, tiendas, oficios.... hasta que las luces empiecen a vacilar y aparezca la neblina azul. Hoy no ha aparecido la neblina azul, sino la lluvia gris; y yo he salido sin paraguas. El modo de proceder ha sido el siguiente: alguna de las personas que me han mirado feliz y me han sonreído al paso han sido colegiales de la salida de algún colegio cercano (van todos uniformados de azul y blando, supongo que en toda China, pues así los he visto en otras ciudades), a quienes les he devuelto la sonrisa: enseguida me han hablado en inglés y yo les he pedido que, si seguimos hablando inglés (el mío es horrible) tiene que ser con la condición de que me ayuden a comprar un paraguas en cualquiera de las muchas tiendas de los alrededores; también les he explicado que así nadie me engaña. Ha estado bien: me hablaban en inglés y yo les contestaba en chino. Diez yuanes el paraguas (más o menos un euro), que me han elegido de color azul y sin flores, a ruego mío.
Y luego he seguido por los barrios, que, como en todas las ciudades grandes, son variados, diferentes, a veces sorprendentes.... Del centro urbano –el más turístico y conocido– pasa uno a los barrios residenciales, los más parecidos a los europeos, que poco a poco se van convirtiendo en hervideros humanos, en barrios, de tiendas o lugares cada vez más pequeños, abiertos, a veces continuando y mezclándose unos con otros. Las señas de identidad vienen dadas por la gran cantidad de motos y bicicletas, frecuentemente compartiendo barrio con coches de altísima gama (audis, mercedes, bmw....) y por la constante reaparición –estemos donde estemos– de los pequeños comedores (así se llaman, xia chi) y de las tiendas de comida, principalmente frutas, hortalizas y verduras.
El viajero deja la voz a las fotos, que está cansado de escribir y mañana se va, pasaré por Yangzhou y me despediré en los jardines de Suzhou:









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