Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 7 de octubre de 2014

Pacífico versos mar otoño


El título de esta entrada no es caprichoso, procede de versiones literales del chino, que presenta, como barrera típica para los que traen otras lenguas, muchas propiedades curiosas, entre las cuales no es la menor el orden peculiar de sus estructuras sintácticas, muchas veces determinado por la ausencia de determinantes y la carencia de un sistema morfológico; lo que, como contrapartida, causa las penalidades de los chinos que aprenden idioma de origen latino o indoeuropeo.

Como siempre, ni mejor ni peor, diferente.

[Una frase china como 每天 自己 吃 中 反, 所 以 吃 的 很 少  wo mei tian zì ji chi zhong fàn, suo yi chie de hen shao)  se translitera así *yo cada día yo mismo comer centro comida, de ese modo comer mío muy poco*, que naturalmente se resuelve semánticamente, si se entona bien, como “Todos los días como solo, así como poco” o cualquier otra variante digna.]

Es normal, por tanto, que el paso de un sistema a otro frecuentemente nos confunda y nos ahogue, pues sobre ese aspecto, además, opera el juego musical del chino, sumamente sutil y rico, frente a la entonación de –lo pongo como ejemplo– el español. Y todo ello sin referirnos a la hermosa peculiaridad de su escritura, en cuyo trazado, este vate, pasa mucho tiempo: tienen la hermosura de los buenos versos.

De manera que Pacífico versos mar otoño solo significa que he pasado el día recorriendo un trozo de esos 45 kms. (¡sí que lo son!) que bordean el oceano (no pongo tilde en “oceano”, no me da la gana) pacífico, aprovechando el sol del otoño, sobre todo habida cuenta de que me han abandonado Google (tanto los mapas como el buscador), Skype (en el ordenador), Samsung (en cuanto bajé del avión) y watsapp (definitivamente perdido desde hace 20 días). Sigue vivo el we chat. Para colmo, hoy me ha abandonado el wifi que enchufaba (device) y vivo en la precariedad de comunicaciones más profunda; de hecho, para colgar las entradas de este blog tengo que colarme en los “ministop”. Con casi todos los que me abandonaron me he comunicado en algún momento. SKYPE, por ejemplo, me ha respondido que no puedo funcionar con el sistema operativo de mi macair portátil (¡un Mac Os X 10.7.5, fabricado en el 2012 y comprado en el 2013, el año pasado!); y Google, a quien envío información de vez en cuando, me ha comunicado que no tiene para esta zona el nivel de zoom que requiero, aunque yo solo le he instado a que no me deje abandonado de repente en medio de un lugar desconocido, lo que me ha ocurrido varias veces, la última dura ya tres días. No hay que preocuparse, he detectado en los alrededores un hostal, de los de habitaciones colectivas y dormida por cinco euros noche. Ya veremos.

También sé que por razones ocultas –políticas, morales, de prestigio...– en China los programas de Google (como Google Earth, por ejemplo) sufren interferencias y funcionan mal; mi blog, por ejemplo, es página prohibida (¡¡¡) y tengo que acceder a ella vía ASTRILL, un programa internacional de desvío de servidores. Pero parece que ni astrill puede con los filtros chinos, pues también me ha abandonado hace un par de días y tengo los correos parados, sobre todo el que envié a María –que está en Finlandia terminando su tesis, qué excelente tesis, se leerá para diciembre.
Este es un universo al que un hacedor de versos, como he terminado por ser, no está habituado.

Y es así como que de vez en cuando entro en alguna de las miles de tiendas de “China Mobil”, con centenares de empleados, y dejo que me vengan a ayudar, lo que suelen hacer en un inglés extraño; mi osadía me lleva a decirles que me lo expliquen en chino, y ahí es ella, porque entonces el dependient@ me entrega su precioso y entonado verbo monosilábico, del que yo voy extrayendo palabras sueltas (códico secreto, teléfono móvil, compañía, batería....  密吗,手机,公司,点池。。。) hasta que el rostro suspenso del dependient@ (店圆)indica muy a las claras que espera que yo hable. Armado de valor y de ignorancia rebusco en mi magín las palabras que requiero, pero agobiado por la expectación de mi interlocutor, no soy capaz de conferirlas el orden adecuado para que produzcan algún sentido y, además, en el rápido proceso de selección, me he olvidado de las esenciales. El caso es que las suelto y las digo como si fueran construcciones gramaticales exquisitas, con tono cantarín.
No se produce el efecto deseado. El rostro del de la dependient@ (店圆)indica que se ha quedado como yo cuando le oía; para en esos momentos ya se ha formado un pequeño círculo a nuestro alrededor, con más colegas, adeptos, algo del público, etc. Y siempre hay un espontáneo, un quijote a modo hispánico, que en eso comulgamos. El espontáneo interviene en inglés siempre; lo que provoca el rechazo tanto del de la dependient@ (店圆)como el mío. Admiración: un extranjero que no conoce su propia lengua, el inglés.
Las turbulencias en la tienda alcanzan a algún tipo de jefe o gerente (经里) que acude, hace callar a todos y me pregunta –en inglés– que qué quiero. Yo ando alerta por si alguien espeta lo de “laowai” (老 外,‘extranjero de los cojones’, para entendernos), en cuyo caso me han aconsejado que cambie a cara de pocos amigos. No. Solo pregunta en inglés por the problem. Yo arranco mi contestación en chino “Wen ti shi....” (问 题 是。。。); pero no tengo seguridad, y a mitad de frase siento que naufrago y que va todo demasiado desordenado: el círculo de los que me escuchan –que ya son muchos– está asistiendo, sin duda, a un espectáculo inolvidable, pues en su mayoría miran expectantes, maravillados, sorprendidos... a aquel humano occidental que no habla su propia lengua, sino que parece emitir sonidos, algunos de los cuales son claramente derivados del chino, de un chino primitivo quizá. Es indudable que no saben qué lengua hablo ni de qué país soy; aunque ya avisé en mi primera salida que era español, xi ban ya ren (喜般呀 人). ¡Qué mal estoy dejando a la patria!

Se comprenderá que me haya escapado a la costa, con el IPAD, a estudiar en Trainchinese, concienzudamente, para volver a la carga mañana. En el mientras tanto, no funciona el watsapp, ni el skype, ni el google. Pero yo me he preparado varias frases, la esencial zhe ge wen ti bu hao hui da (这个问题 不好 回 大), ‘esta pregunta es difícil de responder’.

Estoy totalmente incomunicado, por eso las entradas van tan a lo loco, desordenadas, suben a la red cuando a la red china le da la gana.

Y entonces miro al mar y hago versos.





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