Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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miércoles, 4 de junio de 2014

España defendida... (3), de Quevedo

Sigue el capítulo III de España defendida.... de Quevedo, que se empezó a editar hace poco aquí mismo (hay dos entradas más, las que preceden en el texto original) a partir del autógrafo de Quevedo. En él se trata del origen de España y de sus reyes, tema muy de moda a finales del siglo XVI, como se sabe. Quevedo, como hombre de su tiempo intenta entrar con erudición en tema harto discutido. A todas luces, el capítulo hubiera necesitado de nuevas redacciones y precisiones, que nunca haría. El texto está sembrado de caracteres de otras lenguas, fundamentalmente hebreos y griegos, que no van transcritos en mi lectura (pero que se pueden ver en el original).



Capítulo 2. Antigüedad de España y estima acerca de los extranjeros y antiguos  escritores

[Precede la siguiente frase tachada: refiere Josepho Scalígero en el prólogo del Eusebio estas palabras]. Hay algunos que así a su nobleza como a su ser acogiéndose a la antigüedad lo engrandecen y aumentan, y ciudades de los tiempos apartados hacen en sí y en sus cosas todo lo que les falta, confundiéndolo con los días, pues queda burlada cualquiera diligencia que pretende examinar cosa que huyó a sagrado, donde no alcanza la memoria. A muchos ha hecho esto hidalgos // 

y caballeros en nuestros tiempos, y en los pasados hizo descendientes de Júpiter y hijos de Marte a todos los que nacieron de oscuro parto, como se ve en los expósitos fundadores de Roma, a quien dio el mesmo Tito Livio por padres una fábula y por ama una loba; y no desconoció la leche en la crueldad y robos el uno, que mató su hermano y hurtó las sabinas; de donde sacamos que la antigüedad que tanto estiman los extranjeros es por las muchas infamias que les disimula y disculpa. Trata Plutarco de Homero y dale por padre un demonio y una ninfa, porque ignoró quien lo fuese //

Y a Eneas, inútil troyano traidor a su patria, lo hacen así historiadores como poetas hijo de diosa, mentiras con que los griegos aduladores de sí mismos se han hecho estimar de los crédulos ignorantes, pues no ha[y] historia suya donde no se refieran muchas destas cosas. Hanlo imitado de manera de ellos los italianos que Juan Baptista Giraldi, escribiendo las cosas de Ferrara y los príncipes deste, dice en estas palabras, segundo capítulo: “Concluyo que se ha de decir  de los príncipes de este lo mismo que de Homero, que no sabiendo los griegos dónde había //

[repite: había] nacido, le atribuyeron al cielo por patria”. Hasta aquí Giraldi, y bien sabían los griegos, como Aristóteles y Plutarco, cúyo hijo era, sino que por encarecer más sus cosas le llamaban “hijo del cielo”; y los romanos también sabían cúyos hijos eran Rémulo y Rómulo, pues aun dorándolo mucho confiesan que de una lavandera de Vesta “sacra lavaturas mane petebat aquas”, la cual llaman “sacerdotisa”, y de un desconocido que llaman Marte. Y Sempronio contradice que Roma tomase el nombre de Rómulo, antes él le tomó de  //

[repite: de] Roma, pequeño lugar, y dice que antes se llamaban Romon y Rumen, voces etruscas, ora sean deducidas del hebreo [XXXX], nombre femenino, ‘exaltación’ o ‘elevación’, porque aunque no fueron fundadores de Roma, la ampliaron y la levantaron, y se levantaron así. Y [xxxx] significa ‘levantar a otro’, psalmo ciento y siete, 25: “vte romem galav, ventura elevare undas”. Dice Veroso Caldeo que Italo tuvo dos hijas, la primera Eletra y la segunda Romi; y este Italo, según Sempronio, fue mucho antes que Rómulo. Conviene esto con la deducción hebrea de Romen ampliar, pues no la fundó, sino la engrandeció; y conviene con el nombre de la //


hija de Italo segunda, llamada Romi, porque [XXX] quiere decir en griego ‘fortaleza’, ‘poderío’, ‘sanidad’, ‘valentía’, ‘fama’; de aquí la ciudad de Roma el nombre. La cual  Solino dice que primero fue llamada de los latinos “Valentía”, porque era fuerte y válida; otros deducen, mirando a los ampliadores, el nombre de Rómulo  y Remo. Así se ha de entender, que no el de Roma de Ruma, que quiere decir ‘teta de loba’;  y bien leído, Titio Livio y Lucio Floro no dicen que fundaron el pueblo de Roma dándole nombre, sino que fueron fundadores de la ciudad y del imperio sacando a Roma de triste aldea y miserable. Y al fin revuelta // 
su antigüedad, se halla que fue poblada de facinoros[os] haziendo así [so su] sagrado un bosque donde poblaron los muros nuevos señalados con un arado, latinos y tuscos pastores, y unos marineros de Phrijia que quedaron de Eneas, y otros arcades que trujo Evandro. Gocen su antigüedad y principio los romanos fabulosos, indignos de crédito y verdaderos dignos de desprecio y burla.
Pero vamos ya con que, como dice Josepho Scalígero en el prólogo al Coronicon de Eusebio, hasta los herejes se arman de antigüedad contra los católicos y la hacen inviolable y burlan de lo que les parece fue ayer. Y así, para que en nada les demos ventaja, diremos //

uno y otro en la antigüedad de España; y porque no digan que yo me he atrevido a profanar malicioso el primero los principios de Roma llamándolos indignos de crédito y ridículos, Justino de Trogo tratando [de] Gargaris, que primero halló el uso de la miel en una parte de España; y tratando de Habido, criado con leche de varias fieras, dice: “Fabuloso pareciera este caso si los fundadores de Roma no fueran criados por una loba y Ciro, rei de los persas, por un perro”. Y como siempre se fundaron sobre alguna verdad las fábulas //
y sea cierto que los más de los nombres con que hicieron los antiguos sus fábulas los tomaron de las sagradas letras, como se ve en el diluvio de Pirra y Deucalión, me parecio mirar qué luz hay en la sagrada escritura deste Gargaris, o en la lengua hebrea; y solo hallo [xxxx], nombre de un pueblo tomado de Girgasio –ve et hagigarschi–; pero “gar”, [xxx], significa ‘torrente’ o ‘fluxo’, quiza porque Gargaris reinó en la parte de España de más aguas; sucediole Havido en esta parte de Tartesia que habitaron los curetes //

[xxxx],  ‘grano’ y verbal siriaco, [xxx], ‘granar’, “garger”, lo mesmo es en la lengua siriaca que ‘traer tras sí’; lo cual deduce bien el nombre de Gargaris, porque juntó los pueblos con alguna policia y dio luz a la sementera, aunque después lo perficionó Havido con los arados. En griego, Gargaro [xxxxx] es ‘resplandecer’, y [xxx] se pone por ‘multitud excelente’, como la tuvo de pueblo Gargoris.
En otra parte de España dice Justino que reinó Jerión, al cual llamaron “tríplex y gigante”, donde es //

de notar con Dionisio sobre Sulpitio, Chus Nembrot gigantem genuit, donde [xxxx] no sinifica ‘gigante’, sino ‘poderoso’. No negamos que hubo gigantes: en el Lexicon de Hesichio, [xxxxx], [xxxxx], [xxxxx], ‘poderoso’ y ‘robusto’, conviene a saber que en el caldaísmo los gigantes se dicen [xxxxx], cuyo origen es [xxxxx], lo cual se declara ‘robusto’ y ‘poderoso’, y nunca sinifica ‘gigante’, y eso se ha de entender de Jerión, en cuanto a llamarle gigante contra la fábula. Y mejor entendió esto Justino de Trogo, que dijo que le llamaban “triplicado” no porque tuviese tres cabezas, sino porque eran tres hermanos concordes en una voluntad, a quien Hércules, //


cudicioso de sus ganados, venció y robó. No concierta Palaephatio, de non credentis historiis, en esto; y todo lo tengo por sueño, aunque el padre Mariana no lo pone en el capitulo de los fabulosos reyes de España, pues aunque Justino lo refiere, refiere también lo de Gargaris y Abido, y me espanto que, teniendo por fabuloso lo de Tubal, tuviese esto por verdadero y lo de Hércules, habiendo sido tantas las fábulas que acompañan o desacreditan este nombre de Hércules // 
tan vario en los autores.
Lastimoso es el crédito de Florián del Campo, Mosén Diego Valera y otros de España han dado al mentido Veroso y a los sueños de Anio, pues ni aquel es el Veroso a quien llamaron [xxx], el cual, viviendo en tiempo de Alexandro Magno, le eran ocultas las cosas que escribe de caldeos y españoles, que aun mucho tiempo después no hallaron luz, si no le hacen segundo Mosche, profeta de presente, pretérito y futuro. Lo otro, a noticia de otro ninguno llegaron tales reyes y historias de cuantos escribieron, pues es posible que, a ser verdad, burlaban, aunque remotas, la fatiga //


dichosa y el cuidado de Eusebio. No es posible y es de advertir que los fracmentos que de Veroso citan antiguos escritores, no están así en el que hoy tenemos, así que por ser ninguna la autoridad del Beroso, como por no acampañarse de ninguna posibilidad, el dar a Tubal por poblador de España, tenemos por fabuloso este principio, pues solas las alusiones del vocablo hacen por esta opinión, como decir que, porque hay un pueblo que se llama Setúbal, le pobló Tubal, y Tudela también. Con estos disparates dan licencia a las conjeturas para afirmar que Noé  vino después a España, porque //

hay un lugar que se llama Noela en Galicia y otro que se llama Noega en Asturias. Seguirse ía aquí que Odom, una triste y moderna aldea tres leguas de Madrid, tiene el nombre hebreo, y que la fundó Adam, porque [xxxx] ‘Adam hebreo’, en siriaco muda el “camez” en “holem”, y dice y se escribe [xxxx] “Odom”; y con la misma lengua hebrea y sira se probara esta conjetura aun mejor que las de Tubal y Noé, porque dicen que por eso el primer padre se llamó Adam, porque fue hecho de tierra rubia, la cual en hebreo se llama “Adama” o “Adam”, que en siriaco //


primitivo es “Odoma” y “Odom”, y es la tierra roja toda la de este lugar vecino de Alcorcón; aunque Alabastrio, en sus Declaraciones Analíticas, deduce a adam de [xxxx], que quiere decir ‘razón’ o ‘racional’, y [xxxx] dam, que es ‘estimación’, como a quien había de tener razón y ser estimado por ella entre todos los animales. Y para mayor confirmación de cuán poco se ha de creeer en las alusiones, véase cuánta hay, significando “pardes” ‘selva’ y ‘güerta’ y  ‘recreación de árboles’, para decir //

que el Pardo, huerta y bosque de los reyes de Castilla, se diga de aquí como el Paraíso, que llamaban los hebreos Gan, ‘edén’, ‘güerto de deleite’, Pardes, por otro nombre. También creen vulgarmente que de hebreo o Ibero se llamó Hespaña Iberia; y es disparate, pues ni ella se llamó Iberia del río, ni hebreo Ibero de Ibero, hijo de Tubal; antes los dos tomaron el nombre de los iberos asiáticos. También porque muchos lugares de España acaban su nombre en briga // 

admiten el rey Brigo lugares castellanos: Segobriga, Flaviobriga, Mirobriga. Nonio en su España no siente con Mariana acerca de poner por primer rey de ella verdadero Gerión; y yo tengo por más probable y creíble este principio que el de Gargaris y Habido, al que arriba referí por sospechoso. Dice Nonio que Macrobio se acuerda de Terionis, rey de otra parte de España, y ese es Jerión, el cual Justino pone en la misma parte y el declara el haberle llamado triplex por lo arriba de- //

clarado; o está errada la letra y donde dice Terión se había de leer “Gerión”, aunque mejor se deduce de ter y [xxx] en griego, que quiere decir ter existens, [xxx, xx], existens, nombre entre los griegos de tanta grandeza que por él se declara el nombre inefable. Por lo cual se significa de Gerión con el nombre de Terion lo que todos decían que era tres, pues quiere decir ‘ter existens’, antigüedad sin adorno ni afeite de fábulas que compite con los fabulosos chistes de que soberbias se precian las naciones. //


Esta es la orden y sucesión de la primera fábula de España que tanto aplauso ha merecido hasta ahora: primer rey, Tubal, hijo de Iaphet y nieto de Noé; el segundo, Ibero; tercero, Jubalda; 4, Brigo; quinto, Tago; 6, Beto; luego entra Jerión, al juicio del padre Mariana, por Justino, y al de Nonio, verdadero rey de España; al m que quito en esto maliciosamente mucha honra a mi patria, que tengo por sospechosa y mal fundadataban en el vientre, y desde alío y al de Michael Rizio, napolitano, aun más que sospechoso, por ser quien le introduce Anio, el que disfamó a Beroso, tomando ocasión de dos autores griegos que solo escribieron fábulas, y entre las demás // 
fue una esta de Jerión. En Diodoro dice así, en el libro 5: “El décimo trabajo de Hércules fueron los bueyes de Jerión, rey en el oceán de España, para lo cual tuvo necesidad de grande exército, porque era fama que el rey de España (Criseo llamado, del mucho oro que tenía: en griego se llama “Chrises”) que tenía tres hijos poderososísimos de cuerpo y de ejércitos, cada uno por sí.”
Ya hemos respondido a lo de ser gigantes, veamos ahora cuán diferentemente habla Apolodoro, Biblioteces, libro segundo // 

del propio Jerión: “Luego fue un postrer trabajo echar de Eritrea las vacas de Gerión, isla que no está muy lejos del Oceano, que ahora llaman Gadira. Habitábanla los geriones Crysaoares y Chalirroes, la cual era hija del oceano. Era, pues, este Gerión compuesto de tres cuerpos de hombres, de tal manera que, divididos de la cintura arriba, se juntaban en el vientre, y desde allí abajo se tornaban a dividir”. ¿Qué cosa la falta para mentira a esta? Lo confieso que, aunque a parecer de los religiosos y observantes de la anti- //

güedad parecerá que quito en esto maliciosamente mucha honra a mi patria, que tengo por sospechosa y mal fundada esta, que usurpa el nombre de historia siendo fábula, y solo la defiende en mi opinión deste nombre el haberla puesto en su historia Justino de Trogo, uno y otro varones doctos.
Dejemos los hispalos y hispanes y contentémonos con lo que tenemos cierto, que poco después fue ocupada de los cartagineses, la cual, después que los echaron, dividieron los romanos en dos provincias  // 

Bética y Tarraconenese, y en diez conventos jurídicos, y así duró hasta Atila, que sujetó la parte ulterior por embajadores; después por los reyes fue distribuida en reinos, que ahora están abrazados en una corona; y porque no quede nada por advertir en lo que importare al desengaño del Veroso, sospecho que el Anio que le soñó miró primero el nombre de los ríos, pueblos y ciudades de España, y por apoyar su embuste inventó nombres de reyes semejantes a ellos, como por Ebro Ibero, por Tajo a Tago, por Bethis a Beto, y Jubeda a Ubeda; y así en los demás Y en quien estos disparates hallaron no solo crédito sino aumento fue en el maestro fray //

Domingo de Baltanás, dominico, pues dijo no solo lo mismo en el Compendio de algunas cosas notables de España, capítulo “Quién fundó España”, sino que le añadió en esta forma: “Jubalda, hijo de Japhet y nieto de Noé, fue el primero que pobló a España. Muerto Tubal, sucedió en la gobernación de España Ibero, su hijo, el cual fundó la ciudad de Granada, y de su  nombre la llamó Iberia, y por corrupción del vocablo, la puerta de Granada, que hoy dicen de Elvira, y las sierras que llaman de Elvira, se llamaban de Iberia”. ¿Quién creerá que tal se atreviese a escribir hombre con título de maestro y de orden tan docta, pues tienen el mismo derecho a esta //


etimología y presumirán de Iberias y no de Elviras? ¡Oh gloriosa novedad! O, como dice Petronio de Horacio, curiosa felizitas, ¡curiosa felicidad! Quizá por esto solo hizo todo el libro el maestro Baltanás, pareciéndole que no era poco mentir sin deberlo a Anio ni a Beroso. Pues a escribir con edoctrina en este mismo caso, dijera lo que el docto Luis del Mármol, libro primero de la Historia del rebelión y castigo de los moros de Granada; son estas palabras de su historia: “Solamente se advierte al lector que Elvira es nombre corrompido al gusto de nuestra lengua vulgar, porque los moros llaman “la sierra” donde fue esta ciudad Iliberia, “Geber el Beira”, que quiere decir sierra desaprovechada e de poco fruto, porque no tiene agua, ni leña ni aun yerba”. //

Más claramente confirma por dudoso este origen de los romanos, y por fábula, Aeliano, lib. XIIII, Variae Historiae, cap. 36, título, “Quod ridicule faciant qui propter maiorum virtutem altum sapiunt”, que son ridículos los que se ensoberbecen y presumen por la virtud de sus antepasados; etc. Siquidem in Marii patrem ignoramus, quem tamen ipsum ob rerum gastarum macnitudinem suspicimus item Catonen Servilium, Hostilium, et Romulum.

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