Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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viernes, 7 de febrero de 2014

Sobre la modernidad de Cézanne (en Madrid)


Dicen que la obra pictórica de Cézanne es la más adecuada para entender muchas modalidades del arte moderno.  Probablemente se quiere señalar de qué manera tan evidente el ojo del pintor y la mano a la que ordena se van paulatinamente supeditando a la imagen mental, al sistema ideológico, antes que al objeto de esa mirada: hombres, paisajes, objetos.... Ese modo de abandonar lentamente la realidad como objeto del arte para resueltamente crear, primero, su deformación artística camino de la percepción del artista; y luego, finalmente, lo que la capacidad creadora del artista ha visto-comprendido-aceptado, interiorizado, etc. de esa misma realidad es la mayor aventura del arte moderno, culminada en el año mágico de 1913, momento por el que transitan todas las artes hacia su reconversión en "modernas". 


Cezanne (1839-1906) no alcanza vitalmente ese año, pero sí que intuye el final de ese camino que en sus cuadros asoma por todos lados: en las nubes verdes de los árboles, en el contorno poco definido de los objetos de los bodegones, en los planos quebrados de los pueblos y la huida de los colores hacia remolinos imposibles, en los extraños grupos de bañistas en bosques irreales, en la desfiguración de rostros y manos.... De hecho, casi como una premonición, lo que se dice que fue el último retrato –murió sin terminarlo–, Retrato de un campesino (del Tyssen, y primer cuadro de la exposición) parece el comienzo de una fuga definitiva hacia el imaginario del arte, aquello que en adelante querrá enseñar el artista, ya muchas veces en vez de la realidad.



Sería relativamente fácil señalar el camino paralelo en cualquiera de las expresiones artísticas, entre ellas las de carácter literario. Muchos de los poetas que emprendieron idéntica travesía –la poesía, mejor que la narración o el drama– terminaron por expresar un universo al margen de la realidad, en donde solo se puede ver no solo lo que ellos quieren, sino como ellos quieren que lo veamos. Un caso típico, el de Juan Ramón Jiménez, en el puente que va de Baladas de primavera a Eternidades, de 1909 a 1916, con todo tipo de matizaciones que se quiera.


Lo curioso es que el esbozo de esa travesía, lo que Cezanne cumple, causa un placer infinito al público, manifiesto en el museo Quai d'Orsay de París o en las largas colas para entrar a la exposición –muy cara– del Tyssen. Las cuatro o cinco salas, abarrotadas de gente, nos martirizan un poco a todos. El público todavía ve en aquellos cuadros las tierras de Provence y el aparador de un comedor; y al distinguirlo, en medio de un baño de trazos de color, se siente espectador, disfruta... tanto del paisaje encerrado en los pequeños lienzos como de la estampa que se ha logrado, con un no sé qué de idealización sublime. Los efluvios serán aún mayores con los impresionistas de carné. No me extraña que de vez en cuando la crítica se cebe en esta complacencia actual, que en cierto modo traiciona el valor histórico de esta aventura hacia la modernidad. ¡Qué le vamos a hacer! Ha pasado un poco lo que con el surrealismo y con todas las vanguardias: se ha insertado y aceptado en la tradición.


Las curvas del camino y la arboleda,
un pintor, tan francés en sus paisajes,
el verde que domina casi todo,
las largas avenidas con sus árboles.

El castillo de Médan, Bihoxet, L’Estaque,
La Montaña de Sainte Victoire, Gardanne...
y lugares del sur que nunca he visto
pintados y alumbrados por Cezanne.

No son melocotones los del cuadro
albaricoques son que a soles saben;
¿los de Jaz de Bouffon, serán castaños?
Y esos hombres desnudos, ¿qué es lo que hacen?

Tanta gente el el Tyssen. ¡Y tan caro!
Necesito la luz, el campo, el aire.






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