Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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lunes, 5 de agosto de 2013

El caleidoscopio de JMMJ: clásicos y milongas


Si tuviera que recomendar una buena pluma –poesía, ensayo, crítica....– en el amplio panorama de las humanidades peninsulares, casi con toda probabilidad encabezaría mi lista con José María Micó, al que no sé cómo voy a definir en los párrafos que siguen, si como profesor, como italianista –creo que con casa en Florencia–, como gongorista, como poeta, como persona equilibrada de juicio oportuno y limpio. Suelo recomendar en mis clases su edición del Polifemo gongorino, como la más ponderada –ni mucho ni poco– para disfrutar del poeta cordobés. 
Acaba de reunir en uno de los volúmenes que ahora reseño sus prólogos, páginas, breves enfoques de sus clásicos: de Petrarca a Eugenio Montale,, pasando por Ausias March, Ariosto, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez... Se leen con gusto, no buscan la exhaustividad del erudito, ni la contundencia del juicio profesoral, pero tampoco divagan insustancialmente, en realidad son un paseo adecuado desde alguna perspectiva sencilla, acertada. La costra teórica y erudita se la reservó JMMJ en el momento de empuñar la pluma.


Casi al mismo tiempo, aunque es más temprano y me ha llegado con retraso, recibo el librito de poemas, el Caleidoscopio, de uno de cuyos poemas me sorprendí hablando hace poco –en Buenos Aires, con Pedro Taravacci, de "Ver a Marta nadar". Hay una cierta congruencia entre el tono del ensayo y los madrigales –por la forma– y las silvas del libro poético, en el que se suceden para dar razón del título (que es el de otro poema) otras modalidades: pentasílabos, tangos, poemillas de uno, dos o tres versos; cuatro fragmentos en  prosa, una versión bilingüe (italiano también), pero todo envuelto por los madrigales-silvas, que en el juego de su poema inicial-final ("Generación") aceptan el alejandrino, el mixto por cierto, aunque en el final el remate sean dos versos que en el inicial faltan ("Mi mano es una perra caliente que te muerde, / y ya no queda sitio para sus dentelladas"). El lector puede ir del uno al otro y "abrochar" el libro. En su conjunto, un gesto atenuado que busca decir lo que importante sin redondear la expresión. 


En postal me ha llegado una milonga –en realidad es un tango, que está en Caleidoscopio, pero también ha escrito milongas, claro–, porque JMMJ se va muchas veces de ironía y picos pardos –ahora sé de donde proviene ese juego tipográfico–; el tango tiene forma de cuartetos liras asonantadas, (yo suelo preferir los pasos 5 + 4 + 4), con su sabor, sin embargo, casi rudo, a punto de teatral, que es otro de los tonos de su poesía.


Me quedaría un taconazo para cerrar esta entrada; pero como seguirán versos y prosas de JMMJ, vamos a dejarlo abierto.

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