Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 28 de julio de 2013

Buscando el Norte de la poesía argentina actual

En Corrientes
En corrientes 



En Palermo
Al peregrino le gustan los versos y quienes los escriben: es como abrir un balcón conocido a un paisaje nuevo. Los paisajes poéticos en argentina son como sus árboles: muchos, grandes, variados, admirables.... Y además, las librerías a veces invaden los bares, los cafés y los restaurantes. Está bien: esperemos que no sea lo contrario.

El magnolio gigantesco delante de La Biela

Este último aspecto es un motivo de ruina y perdición, porque con solo recorrer las librerías de la Calle Santa Fe y las de Corrientes, la maleta ya había duplicado su volumen y había decido jubilar un par de pantalones y un jersey, anticipadamente, como se hace ahora, para que dejaran hueco a los libros, variopinta colección en la que ya tenía lugar algunas primeras ediciones de la 

poesía de Ramón Pérez de Ayala (la ed. de 1947, la primera, de toda su poesía en Austral de Argentina), de Santos Chocano (ed. de 1943 de la Colección Panamericana), de Juana de Ibarborou (Raíz salvaje, El canto fresco), etc. junto con algún libro raro de Juan Ramón Jiménez, de Azorín  (una antología con textos de Clarín, que regalaré a un buen amigo), etc. 
El caso es que cuando por fin localicé la librería Norte, frente a la escuela de Ingeniería, en la avenida del General Las Heras, y hablé con quien la lleva –conocedor, como dios manda, del panorama– ya había pocas posibilidades en los rincones de la maleta: unas zapatillas, dos pares de calcetines, una prenda indeterminada (entre jersey y polo).... fueron condenadas a la hoguera para hacer hueco a un montoncito de libros, cuidadosamente seleccionados de una lista propia, para no adquirir lo que se ha editado o se piensa editar en España, por ejemplo el tocho de completas hasta ahora de Gelman (en un solo volumen y mas barato en España que el de Argentina, en dos volúmenes) o el  nuevo libro de Arturo Carrera en Tusquets. Por cierto que de este poeta pude comprar Arturo y yo (ediciones de la Flor, de 1980), con dedicatoria autógrafa del escritor, y practicar uno de mis fetichismos.


Al final, cupieron en la maleta Estación Finlandia. Poemas reunidos (1974-2011), de Jorge Aulicino; el muy sorprendente y valioso libro final de J.R. Wilcock, Italienisches Liederbuch...., con su versión italiana; El cántaro, de Beatriz Vallejos, que es una antología algo pasada (2001) para nuestras intenciones; Guarán (2012), de Leopoldo Castilla; Un arte callado (2008), de Joaquín O. Giannuzzi; la Poesía completa de Olga Orozco;  Los italianos a la guerra,  de Sandro Barrella y unas cuantas cosas más... y no me atreví a traer a la península la antología de Fondebrider, demasiado grande; también deseché la prosa pensativa –más reflexiva que poética– de Arnaldo Calveneyra; o la colección de volúmenes de Joaquín Girri, que bien me hubiera gustado.
Habrá que volver a Buenos Aires o con más maletas o con maletas vacías.


Imposible una antología mínima que dé cuenta de tonos y estilos, entre el verso tendido y el poema extenso de Olga Orozco y la pincelada casi impresionista –además pintora es– de Beatriz Vallejo. Hay que seguir leyendo. Y ya se verá. Esa indeterminación de futuro y ese vocerío poético es típico de todos los lugares de inquietud creadora; y me parece que está bien que así sea. 

Termino con un solo ejemplo, "la noche invernal" , de Joaquín O. Giannuzzi,  en Un arte callado (2008):


Lo lamento, pero la luz de mi tabaco en la oscuridad
no delata la palpitación de un pensamiento activo
sino la de un animal despierto que rechina los dientes,
librado a sus demoledoras fantasías nocturnas.

Inútil guarida de la noche
donde el mundo consigue introducir sus ácidos intensos
hasta agotar la humanidad de mi cerebro.
Aplastado nacimiento de una música posible.

Afuera, en el frío y la lluvia, ráfagas
de aire abstracto y demencial en manos venenosas.
Así, en esta oscura enfermedad, concluyen los años del corazón.










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