Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 20 de abril de 2013

La información bibliográfica

Difícil resulta moverse en el terreno de la información bibliografía, referida al campo de la Filología y de la Literatura, supongo que como en otras muchos campos afectados por la invasión de información descontrolada que nos bombardea desde todos los lados, particularmente desde la red. No parece que haya modo de sistematizar ni de controlar todo lo que se anuncia, el trabajo en equipo comienza a ser casi necesario; sin embargo existe un reducto final en el experto o aficionado, que quiere llegar a ese momento en donde él organiza su propio universo de conocimientos, los adquiere, los asimila, los emplea, los difunde. Por mucho que socialicemos todo, el circuito incluye –mal que nos pese– nuestra estación.

El problema se me ha planteado a menudo cuando se trataba de explicar a alumnos, licenciados, doctorandos, etc. cómo hacer para mantenerse al día. Hasta hace poco, quizá unos diez o quince años, mi consejo edra pasarse un par de tardes ojeando los últimos números de las revistas especializadas, e incluso daba referencias concretas: NRFH, RFE, BHi, BHS, etc. que situaba en espacios distintos, para que no fuera mucho lo que se escapara a esta ojeada general. También sugería por campos: BC, Poétique, Cervantes, etc. 

Cualquier operación entraña riesgos, desde luego, pero el riesgo mayor era el del desconocimiento: en algunas revistas "especializadas" he visto publicados trabajos de alumnos, que yo había rechazado incluso como muestras de trabajos de fin de curso.
La tarea se puede llevar a mayores, aunque no siempre, por desgracia en España. Cada tres o cuatro años he intentado hacerlo en lugares en donde la riqueza de la hemeroteca no dejara huecos e incluso me informara de resquicios que no conocía. En las dos últimas ocasiones, la completísima hemeroteca de la Biblioteca universitaria de Toulouse –allí estuve coo visitante–, y la impecable de la Widener de Harvard. 
Sin embargo, ya no sirve solo ese rastreo; la información ha abierto el canal de la revista y el libro electrónico, en bastantes casos ha abierto sencillamente algún modo de información en la red. Pero en la red la información aparece sin filtrar, en medio de una hojarasca cada vez más inservible, que se queda como pegote molesto. 

Hace falta otro tipo de planteamientos que juegue con muchas más coordenadas: quién ofrece la información –institución o persona–, métodos de control y actualización, filtros.... 
Para textos –la herramienta básica en el campo de la Filología– hemos creado nuestra propia herramienta http://www.clasicoshispanicos.com en la que intentamos no publicar nada que no tenga el marchamo de "texto correcto" –ya vendrán los errores–, escarmentados como estamos de colecciones de aparente prestigio, entre las que se cuenta la biblioteca virtual Cervantes, con un importante fondo de textos deturpados. Y no quiero ni mencionar lo que están ofreciendo o vendiendo Amazon y otras multinacionales: absoluta basura.

La entrada viene ilustrada con muestras de libros extraídos –en principio– de editoriales de cierto tono, entre las que se encuentran las "prensas" de Oxford, Cambridge, las editoriales de Peter Lang, Olms, etc. Cierto es que, sobre todo entre las editoriales comerciales, observo la aparición de muchos textos que, sin duda, han sido generosamente subvencionados. Muchos de los textos que con mi grupo de investigación hemos publicado fueron subvencionados (por ejemplo la Biblioteca de Autógrafos Españoles, que tendrá cinco volúmenes, dos publicados y otros dos en prensa), sin cuya ayuda no se hubieran podido publicar.

Obviamente este no es un post con soluciones, sino con perplejidades varias. Y ni siquiera nos hemos asomado a las nuevas y poderosas "herramientas", como la que ofrece Oxford, que es con la que vamos a cerrar el post.




Cada vez resulta más evidente que se necesita trabajar en equipo para ocupar un área, por menuda que sea, aunque su reflejo final se lleve en la maleta de nuestra cabeza. Quizá no sea por casualidad que la mayoría de las obras que aparecen en estos sesudos catálogos son obras colectivas, de autoría compartida, muy compartida, a veces entre investigadores de los cuatro rincones del mundo.




























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