Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

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lunes, 11 de junio de 2012

Entre tantas lisonjas de señores....

Es el primer verso del soneto 135 de Lope en las Rimas de Tomé de Burguillos, aprobado para su publicación por Quevedo el 27 de agosto de 1634, un año antes de que muriera Lope. Libro bien peculiar, en la obra de Lope y en la de la época. El escritor madrileño, quizá envejecido, en todo caso desengañado y escéptico, intenta abandonar su melopea poética basada en una continua variación sobre temas, tópicos y estilos heredados, casi siempre girando en torno al amor y sus circunstancias. No se puede ser lo que la historia no permite, y Lope no puede zafarse de su contexto, de su formación, de su obra, así que los ciento cincuenta sonetos del libro todavía conceden mucho a la poesía cortesana, a los juguetes barrocos, al viejo estilo; pero son tantas las fugas, los matices, los escorzos, los quiebros, que el libro anuncia algún tipo de modernidad poética, algún tipo de variación que ya no llegará para Lope y tampoco para la poesía española que se escribirá durante la segunda mitad del siglo.
Termino de preparar estos días mi contribución al homenaje Jaime Moll, sobre la aparición del libro como motivo en los versos de Lope y sobre las peculiaridades ideológicas que ello implica. En la preparación de esa contribución he ido anotando los rasgos de la nueva inspiración de Lope, que escribe para una musa "de estameña", con un lenguaje que puede ser coloquial: "Mis musas andarán con alpargatas, / que los coturnos son para supremas"; pero que bastantes veces se explaya sin tapujos (no hay mecenas como el propio gusto).
Es indudable que esta obra final de Lope no se comenta ni resuelve en un par de párrafos; y que ningún comentario va a suplir lo que serán las lecturas, complejas, variadas, ricas, aquellas que van a dialogar con los lectores de la obra. 
El mejor modo de volver a invitar a su lectura es copiar uno de los poemas, de los que obedecen o hablan del "nuevo estilo" de Lope, como el soneto CXLVII en el que "Responde a un poeta que le afeaba escribir con claridad, siendo como es la más excelente parte del que escribe":

 Livio, yo siempre fui vuestro devoto,
nuna a la fe de la amistad perjuro,
vos en amor, como en los versos, duro,
tenéis el lazo a consonantes roto:
 si vos imperceptible, si remoto,
yo blando, fácil, elegante y puro, 
tan claro escribo como vos escuro, 
la vega es llana y intrincado el soto.
 también soy yo del ornamento amigo,
solo en los tropos imposibles paro
y deste error mis números desligo.
 En la sentencia sólida reparo,
porque dejen la pluma y el castigo
escuro el borrador y el verso claro.

El comienzo de los años treinta, cuando Lope escribe estos versos, es el momento de mayor propagación y éxito de la poesía gongorina (+ 1627), a la que alude de modo directo o sinuoso, llevándose de camino a Soto de Rojas y haciendo gala de cómo le calificaba el poeta cordobés ("la vega es llana").
Uno de los sonetos finales (el CLXI) expresa la perplejidad del propio Lope por su nuevo libro y su cambio de estilo; su verso final resume su ideal de vida:

Discúlpase el poeta del estilo humilde

Sacras luces del cielo, yo he cantado
en otra lira lo que habéis oído,
saltó la prima y el bordón lo ha sido
al nuevo estilo, se le habéis culpado.
   De mí mismo se burla mi cuidado
viéndome a tal estado reducido, 
pero pues no me habéis favorecido,
¿por qué disculpo lo que habéis causado?
   Entre tantos estudios os admire
y entre tantas lisonjas de señores
que de necesidad tal vez suspire.
   Mas tengo un bien en tanto disfavores:
que no es posible que la envidia mire
dos libros, tres pinturas, cuatro flores.






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