Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Proceso de creación y otras cuestiones de poética

Terminados los índices, al menos de las series más importantes, van a aparecer, de la misma manera, los índices poéticos (series y primeros versos); pero con  una triple condición: en el proceso de revisión habrá, como es lógico, muchas poesías que desaparecerán totalmente, por razones evidentes, y desaparecerán también de su lugar de origen en el blog; en segundo lugar, las que sí que acaben por formar corpus y, por tanto, en el índice, puede que estén enmendadas –es lo que ocurre en la mayoría de los casos– o puede que hayan atravesado todo tipo de filtros con su forma primitiva, lo que creo que está ocurriendo en una proporción mínima. Para el primero y segundo caso, la enmienda se hará también en su lugar de origen, la primera vez que se publicó; en el tercero, al no haber enmienda, además de reproducirse el texto, habrá un vínculo o enlace que remita a su primera aparición.

Y ahora lo ejemplifico: 
1) El primer soneto apareció el 12 de octubre del 2010, he aquí el vínculo 
http://hanganadolosmalos.blogspot.com/2010/10/brahms-la-primera-sinfonia-adagio.html
Esta vez lo he dejado, lo he respetado, para mejor explicar el proceso. La versión actual es la que sigue, formará parte del apartado conciertos, y no sin confesar, antes, que ha sufrido varias redacciones más después de haberla colgado como definitiva en este abanico de ejemplos. Pasan esas cosas, aunque uno intente evitarlas. No suele haber nada definitivo.


Brahms. Adagio de la primera sinfonía.

[sinfonía núm. 1;  opus 68.
4. Adagio-Allegro non troppo ma con brio]

Brahms. La primera sinfonía. Adagio.
Y todo lo demás ahora no importa.
Intensidad de nuestra pobre vida
recogida por quienes han sabido

definir, modelar, cantar, pintar
un signo donde todos intuíamos
que terminaba nuestra inteligencia
pero se mantenía nuestro anhelo,

la aspiración de ver lo que sentimos,
contemplar un momento y de puntillas
como en algún lugar, a  nuestro paso,
alguien supo trazar el signo mágico,

la sinfonía de las sensaciones,
que todo lo que hacemos ilumina.


2) En el segundo caso –y ahora no hubiera hecho falta el enlace, que de todas las maneras doy– el rapsoda no ha hecho más que una pequeña enmienda en el tercer verso para que en el ritmo domine el más clásico, corrigiendo un ritmo antiguo (4.7.10) algo rápido e históricamente más moderno que antes llevaba. Conservadurismo, vaya. La versión original es del 27 de diciembre del año 2010:

http://hanganadolosmalos.blogspot.com/2010/12/libro-de-sonetos-hay-veces-que-decir.html#comments


Hay veces que decir solo es mirar,
y que mirar es la mejor palabra,
escogida por voz más transparente
que decir sabe todo lo que calla.

Para tus ojos limpios que me escuchan
alzo en silencio mi canción guardada,
sé que la escuchas si se posa en ti
y de tus ojos vuelve iluminada.

Mirarte dice que no sé las voces
que ocupan dentro lo que tanto te ama;
pedirte que me leas como yo hago,
que me dejes quedar en tu mirada.

Te digo quejas y querencias digo;
no quiero que te calles, mira y habla.

3) No he tocado absolutamente nada del tercer ejemplo, que fueron versos escritos por el rapsoda mirando el mar de Palermo, lo que se ve en el enlace:
Convendría señalar quizá que su forma musical está muy cerrada y sería muy difícil enmendar sin romper el ritmo –alguien diría que excesivo– de unos decasílabos que fueron los empleados por los himnos eclesiásticos in illo tempore y que luego reaparecen en romance, de vez en cuando, en momentos muy musicales, por ejemplo los de la poesía regional que cruza siglo xix y siglo xx.

Yo vendría contigo a la tarde
a mirar en el mar las gaviotas,
a esperar que se hiciera de noche
y besar en tu cuerpo las sombras.

En las piedras que ocultan las playas
te diría qué dicen las olas,
tanto mar repetido en tus ojos,
tanto amor repetido en mi boca.

Ahora miro Palermo a lo lejos,
niebla azul que con noche se roza;
navegar que yo quise en tu vida
y la estela en el agua se borra.

Tanto mar en tus ojos había.
Mira el barco que el puerto abandona.



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