Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

martes, 15 de junio de 2010

Nos vamos de amores con Castillejo. Confieso que se me sale el alma...

Voy a tejer una entrada nueva sobre un poeta viejísimo. Se llamaba Cristóbal de Castillejo y como aparece en los programas de Filología, las historias de la literatura y los exámenes a nadie se le ocurre leerlo. ¿Qué pensaría este buen hombre hace ahora ya unos 500 años? Lo acabo de refrescar porque uno de mis colaboradores, David López de Castillo, profesor de Instituto (IES), trabajador incansable, investigador, me acaba de entregar una edición del “Sermón de amores”, que es lo que el título dice, pero en verso, un verso saltarín y fluido. Y según lo iba leyendo iba entresacando o subrayando pasajes a los que asentía, porque que expresaban –¡todavía!– rasgos de nuestra condición humana, expuestos con un desparpajo irónico que nos permite disfrutarlos entre sonrisas. El sermón da por supuesto la universalidad del amor, a partir de nuestras condición física (he estado a punto de decir “animal”):

                 La hembra por el varón
                 ansias en su pecho siembra
                 y el varón ha por la hembra       
                 en sus entrañas pasión…


Castillejo analiza con gracia y acierto sus circunstancias y las conductas de los enamorados; cuenta historias, evoca, enjuicia, aconseja, sin dejar de mantener el ritmo poético de los más de tres mil versos que tiene la composición, de la que no puedo dar más que detalles

                ¿Qué diremos
de mil doncellas que vemos
so las faldas de sus madres, 
temerosas de sus padres,
que buscan, como sabemos,
                 mil senderos,
mil resquicios y agujeros
para escribir y hablar?
¿Quién las mostró a enviar
suspiros por mensajeros
                 de su pena?
Decidme: ¿Quién tiene llena
media España de cornudos?
¿Quién rompe los fuertes nudos
que la Santa Iglesia ordena?


fluido versal que brota salpicado de anécdotas y observaciones: “no puede darse remedio / entre amar y aborrecer…”; “... Dios os guarde / de la mujer que no arde / en el fuego que os quemáis…” En el que inserta con pericia de narrador la vivacidad de la palabra hablada, como cuando la mujer se excusa ante el varón que la busca:

…no presumáis de travieso, 
que no os ha de valer nada;
estoy recién confesada,
no puedo hacer exceso
                 por agora…


Podríamos glosar el sermón como si esto fuera un artículo sesudo, pues son infinitas las ocurrencias de Castillejo que vocean desde el tiempo viejo (Tiempo bueno, tiempo bueno, / ¿quién te aparto de mí?, dice una de las más bellas glosas del poeta) para recrear las circunstancias del amor y sus secuelas. Sin duda él era persona herida por la belleza de las damas, bien podemos hacer nuestra una de sus fórmulas poéticas: “Confieso que se me sale / el alma cuando las veo”.

David nos dirá muchísimas más cosas sobre el escritor cuando termine sus trabajos de doctorado, porque ya conoce hasta los suspiros de Castillejo, los accidentes de su vida y los modos de la época. En el Diccionario Filológico de Literatura Española (siglo XVI) que pusimos en marcha hace unos años y se publicó recientemente (Madrid: Castalia, 2010) ha trabajado las entradas de Gregorio Silvestre (junto a Alberto Blecua), Villegas, Castillejo… Lleva conmigo la revista Voz y Letra (de Arco Libros) y se mueve con soltura en el mundo de la novela actual. También tiene en prensa (en Castalia Didáctica) una antología de la poesía española de los siglos XVI-XVII. Le doy las gracias por haberme permitido robarle estos versos de su edición.
Y así seguimos hablando de amores.




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